El ser humano se
desenvuelve en distintos ámbitos y en todos ellos la ética es indispensable,
pero abordarla exige abandonar el hábito de juzgar a la ligera, sin suficiente
información probatoria y sin respeto a las personas. Por esta razón,
también es necesario cultivar la crítica y la autocrítica como
instrumentos para ser cada vez más coherentes. La coherencia es el núcleo de la
vida ética, al olvidarla se pierde la capacidad de predicar con el ejemplo que
es el único modo de hacerlo sin mentira..
Desde la perspectiva ética,
un objeto tiene mayor valor en la medida en que sirve mejor para la
supervivencia y mejora del ser humano, ayudándola a conseguir la
armonía y la independencia que necesita y a las que aspira. Es por
tanto esencial que los valores que se elijan y que se persigan en la propia
vida se correspondan con la realidad del hombre, es decir, sean verdaderos.
Porque sólo los valores verdaderos pueden conducir a las personas a un
desarrollo pleno de sus capacidades naturales. Puede afirmarse que, en el
terreno moral, un valor será verdadero en función de su capacidad para hacer
más humano al hombre
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